Las puertas de TMDC
Nos fijamos poco en las puertas, a la vez que le ponemos un gran peso a lo cerrado y abierto, a lo público y privado, a lo mío y tuyo, el dentro y fuera, la casa y la calle. La puerta es para el mundo civilizado una construcción social más que un aparato físico diseñado que responde a un pequeño movimiento de muñeca. Si te diriges conscientemente hacia una puerta por primera vez, tu cuerpo entra en estado interrogativo. Despierta, durante un instante, la pregunta de si, al cruzar el vano, estarás en un espacio que te recibe bien o, por el contrario, te induce una sensación de incertidumbre.
Recuerdo sentirme así en muchas primeras ocasiones. La última fue cuándo Pedro me invitó a visitar los talleres de TMDC. Me pregunto ahora cuántas veces he tenido que cruzar las puertas de los distintos espacios para dejar atrás mi presencia forastera.
Me viene a la memoria cuando, el primer día, justo al entrar por la puerta de entrada (1), me sentí perdida y pregunté directamente por el baño. Había algo que me desconcertaba que tenía que ver con los grados de intimidad del espacio y me hacía dudar del recorrido. El tamaño de las puertas indican para cuántas personas están pensados los espacios al los que se entra a través de ellas. Las puertas de los baños, por ejemplo, suelen ser las más pequeñas (2). La tipología de cada puerta delata también el uso y el tipo de protección que se quiere dar. Las puertas con cerrojo, de madera, de cristal, de metal, correderas, automáticas, abatibles, de una o dos hojas, con o sin mirilla, persianas, son un vehículo para la identidad simbólica del espacio.
La constante adaptación del edificio a las nuevas funciones que alberga hace que las puertas también sirvan para hacer una retrospectiva del lugar: las puertas que se han quitado, los vanos que se han tapado o abierto, las puertas que se han arreglado, modificado o las que se han puesto totalmente nuevas. Este rastro constructivo que a menudo quiere eliminarse con maquillajes de obra nueva, resulta totalmente necesario y coherente en este taller; a modo de aprendizaje y celebración de la prueba y el error. Las puertas de los talleres de metal y madera y el almacén de espacios para herrerxs son ejemplos de puertas nuevas en vanos ya abiertos (3) y la puerta de madera del piso de arriba es un ejemplo de puerta nueva que crea, también, un nuevo espacio (4).
Me pregunto entonces por su fabricación. ¿Cómo han llegado allí? La realidad construida va de la mano del modo de producción que la hace posible. Una industria de producción estandarizada de cualquier producto tendrá, en su edificio, todas las puertas muy parecidas, al menos por grupos de tipologías. Aquí, en cambio, de las 27 puertas que distribuyen los flujos no hay ninguna igual. Las puertas de TMDC están hechas una a una en el propio taller y por las personas que allí trabajan.
A simple vista, podría pensarse que esta heterogeneidad ha sido causada por una mala planificación. Sin embargo, ¿no es peor planificación la de establecer un flujo fijo en un espacio al iniciar un proyecto? Tratar cada puerta por separado y no como un conjunto estandarizado me hace entender que la dicotomía abierto/cerrado y la importancia del elemento puerta se han puesto sobre la mesa una y otra vez. De esta forma, el dialogo entre personas y edificio se mantiene y se hace mas amable la convivencia.
La relación con las puertas puede ser complicada pues estas son oposición al intruso pero también permeabilidad. Cerradas generan aislamiento y división a la vez que abiertas generan cortesía, unión. A diferencia del arco, el paso o el vano, la puerta siempre se representa a través de la dicotomía. Este carácter ambivalente no está presente en ninguno de los objetos básicos que nos acompañan desde la prehistoria (neolítico) como la lámpara y el cuenco o desde el Antiguo Egipto como la silla, la mesa, la cama, la alfombra o posteriormente el armario en la Edad Media. En estos, su función se contradice cuando desaparecen, pero nunca pueden contener funciones contrarias en sí mismos. Otra diferencia es que estos objetos son independientes al espacio que los rodea mientras que la puerta siempre depende de su marco y éste, a su vez, solo puede aparecer en la intersección de dos espacios que desean comunicarse.
Es por eso que no consideramos la puerta un mueble sino más bien un elemento arquitectónico híbrido. Pues su naturaleza no es tampoco la del suelo, la pared, la escalera, el techo o el balcón.
Esta indefinición sitúa a la puerta en el reojo de las dos disciplinas; este lugar fuera del mainstream del objeto de diseño donde el imaginario de la puerta queda reducido generalmente al del objeto genérico industrial que marcará la norma para el edificio que las acoja.
El primer día que me senté a descansar en el patio de TMDC vi que no era casualidad que, en lugares con otros modos de hacer, las puertas pasen del reojo al foco. El patio es un lugar de reunión, descanso, comidas y cigarrillos en los que tres árboles hermosos generan una sombra agradable. En un principio solo había una puerta muy pequeña para acceder a él des del taller de madera. Otra nave que en un principio no formaba parte del conjunto daba a ese patio también. Una decisión rápida hubiera hecho que se construyera un muro para dividir el patio y impedir el paso de la otra nave al taller de madera. Por suerte, lo que acabó sucediendo fue que la nave abandonada pasó a ser otro espacio de TMDC y el patio proporcionó la posibilidad de conectar estos espacios. La creación de tres nuevas puertas unió el patio con la nueva nave (7), un baño (5) y el taller de madera (6). En el patio también hay un horno de piedra que lo celebra.
Parece que los espacios se crean para una función que nunca muta. Una función que se pudo prever perfectamente al dibujar la primera línea del plano. Sin embargo, al ser los edificios permeables, usables, necesariamente, han de ser, también, mutables. El carácter mutable choca de frente con la producción estandarizada y previsora de la industria que no contempla contextos fuera del catálogo. Las puertas ahora descritas evidencian la necesidad del trabajo hecho a medida y la importancia del trabajo manual que hace posible otros modos de crear para genera un diálogo directo entre edificio, objeto y herramienta, dando respuestas mucho más directas a lo que el espacio y las personas que lo transitan necesitan en cada momento.
Gracias Èlia !
Fotos tomadas por Roberto Feijoo
Autora invitada — Èlia Bagó Flaquer
Product Designer and Engineer in Design and Product Development, Barcelona
eliabagoflaquer.com